dimecres, 25 de març del 2020

REVISTA SKORPIO Nº 67 MARÇ 2020 PÀG. 13 " PER FI L'ESGLESIA PAGARÀ L'IBI COM TOTHOM " LIZARRAGA


67 IBI., LA IGLESIA AHORA PAGARÁ COMO CUALQUIER HIJO DE VECINO, SEA POBRE SEA RICO!!!
Los Opacos Dineros Del Reino De Los Cielos

Han pasado ya más de veinte siglos desde que Jesús, el galileo, predicara a los judíos sus doctrinas. Por lo poco que nos ha llegado, no eran difíciles de entender ni de cumplir, pero a pesar de ello, si Jesús volviera entre nosotros, no iba a reconocer nada de lo que dijo en la Iglesia que se edificó sobre sus palabras, y además le condenarían por comunista. “Mi Reino no es de éste mundo”, aseguró,  y poco debieron entender los que continuaron su trabajo, porque tras el edicto de Milán, de Constantino y, sobre todo, del edicto de Tesalónica, del hispano Teodosio el Grande (por el regalazo que le hizo al cristianismo), la Iglesia se erigió como un Estado, cuyo poder temporal fue superior al de muchos reyes.
Y como un estado más, sus representantes en la tierra, los sucesores de Pedro el pescador, los Papas, declararon guerras, se apoderaron de territorios, cometieron crímenes de estado, pagaron ejércitos, masacraron pueblos y hasta intentaron pasar el cargo a sus herederos de sangre. De esta manera tan poco celestial, se hicieron con un reino en la tierra que dura hasta nuestros días. El de hoy ya no es un reino con poderes feudales, sustentado por Dios y la espada, ha pasado a ser una multinacional del sector de la salvación. Eso sí, la más antigua y exenta de impuestos
Los estados europeos católicos, en una carrera muy lenta comenzada tras la revolución francesa, que expropió todas las propiedades eclesiásticas en Francia, fueron eliminando sus señoríos, derechos y prebendas. La reunificación de Italia supuso el fin de los Estados Pontificios, quedando el poder terrenal de la Iglesia en el mundo, limitado al Estado del Vaticano. A comienzos de esta década el Gobierno italiano, presidido por el tecnócrata Mario Monti, dio el hachazo final a las prerrogativas de la Iglesia Italiana, al exigirle el pago del impuesto de bienes inmuebles (IBI).
Y en España, la impunidad de la Iglesia ante Hacienda podría estar tocando a su fin. Lo anunció Carmen Calvo, vicepresidenta primera del Gobierno -otra comunista-, asegurando que el Gobierno obligará a la Iglesia a pagar el IBI en los espacios que no son de culto, igual que lo hace en Francia o Italia.  Y añadió Calvo, y esto ha causado indignación y movimiento de mitras, que la Iglesia tiene que rendir cuentas al Tribunal de Cuentas de cómo administra lo percibido en la declaración de hacienda de los españoles, “es para política social y no para otras cosas”.
La declaración de la vicepresidenta apunta directamente a los 284 millones, libres de impuestos y de los que, a pesar de que las ayudas públicas que percibe  no se pueden destinar a actividades que no sean estrictamente religiosas, más de 19 millones de esa recaudación fueron destinados al rescate de TreceTV, la televisión que crearon los obispos en 2010 y en la que ya se han gastado más de 82 millones de euros recaudados con la casilla de la renta. Para hacernos una idea, son unos 11 millones al año, casi el doble de lo que destinan a Cáritas, eso sí, sin tanta publicidad.
Con parecer mucho estos 284 millones, recibidos gracias a que el 32,5% de los declarantes marcó la casilla de la Iglesia en su declaración, la realidad es que tan sólo representan una cuarta parte de sus ingresos directos. Son algo más de 113 millones los que recaudan  haciendo taquilla con “su patrimonio cultural”. Por ejemplo de la mezquita de Córdoba, inmatriculada, es decir, expoliada por 30 euros,  percibe nada menos  que casi 16 millones por taquilla libre de impuestos. Lo gracioso de la situación es que los beneficios los recibe la Iglesia y el mantenimiento lo hacemos entre todos, es decir, con dinero público. Y siguiendo con las divinas cuentas, los obispos perciben hasta 329 millones por donativos y aportaciones de sus fieles, así como por todo el papeleo y certificados de bodas, bautizos y comuniones; también sin impuestos.
Sin embargo la parte del león, y principal razón por la que defienden a capa y espada la asignatura de religión, son los 6.000 millones de euros por año que reciben de la educación concertada. A lo que hay que sumar otros 100 millones, que paga el estado por la asignatura de Religión en los colegios públicos.  No olvidemos los 122 millones que obtiene de alquileres de pisos y locales; recordemos que la iglesia española es la mayor propietaria inmobiliaria del país,  un fondo buitre más y actuando como ellos, salvo que tampoco paga impuestos.
Las veleidades inmobiliarias de la Iglesia son conocidas desde siempre, pero parece que en los últimos tiempos les ha entrado una cierta pasión por la construcción y la especulación. Por desgracia también por los desahucios. De forma reciente ha comprado un solar en Valdebebas por 48 millones, con la intención de edificar bloques de oficinas; construcción en la que invertirá algo más de 62 millones de euros.  El valor final  que obtendrá de la operación girará en torno a los 170 millones.  Y para financiar esta actividad inmobiliaria han vendido, a través de la Fundación Fusara, 14 edificios de viviendas  por una cantidad de 74 millones de euros. Dejando eso sí, a 200 familias que vivían de alquiler, al albur de lo que decida el nuevo casero, que es un oscuro entramado de unas 15 empresas.
Fusara también ha vendido en enero la parroquia de San Jorge y la residencia de ancianos de la Fundación Santísima Virgen y San Celedonio, en la calle Padre Damián de Madrid. En este caso son unas 200 personas incluyendo ancianos y monjas, las que tendrán que buscarse otro acomodo en menos de año y medio. La operación, aparte del coste ético de los que se quedan sin techo, les ha supuesto 37 millones de euros. Seguimos haciendo caja. Como curiosidad, en  el patronato de la Fundación Fusara encontramos al Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, con  el alcalde de Madrid José Luis Martínez-Almeida en un sillón preferente.
Se estima que la Iglesia Católica tiene en España más de 100.000 propiedades inmobiliarias, de las que 5.000 son iglesias, siguen conventos, cementerios, ermitas, locales,  y un buen número de pisos alquilados a terceros.  Muchos de ellos se los han apropiado hace no mucho, inmatriculándolos a su nombre y quitándoselos al pueblo, con la ley que graciosamente, para garantizarse un puesto en en reino de los cielos, les hizo Aznar. Además, es de su propiedad más del 80% del patrimonio artístico, incluyendo 300 museos y 103 catedrales. De todo ello, y de los beneficios que esto le reporta, la Iglesia católica no paga ningún impuesto, ni el IBI, ni el de obras, ni el de sociedades, ni IVA ni venía…
Pero la situación, al menos en lo que se refiere al IBI, está cambiando. Fue el Ayuntamiento de Getafe el que abrió el melón para el cobro de poco más de 26.000 euros del Impuesto de Obras, Instalaciones y Construcciones (ICIO) a las Escuelas Pías. La cuestión llegó al Tribunal de Justicia de la Unión Europea que en el 2017 falló a favor del ayuntamiento asegurando que la Iglesia católica está obligada a pagar tributos en actividades que comporten rendimiento económico y su exención es considerada una ayuda de Estado expresamente prohibida por el Tratado de la UE.
Así las cosas, centenares de ayuntamientos de todo el estado quieren aprovechar el melón abierto, y ya se han puesto a calcular lo que la Iglesia les debe por el IBI de sus inmuebles. Muchos inmuebles son muchos millones. Lleida, Valencia, Oviedo, Zamora, Soria, Tarragona, Valladolid, Zamora, Soria, León, Ronda, Leganés, Badalona, Elda, Lugo, Alcalá de Henares, Fuenlabrada, , Córdoba, Alboraya, Móstoles, Rivas y muchos otros municipios tienen ya preparados los importes y las cartas. La Iglesia no se lo va a poner fácil y legiones de abogados poco celestes ya están preparándose.
Van a escudarse tanto en los Acuerdos con la Santa Sede de 1979, que no hablan para nada de exenciones en actividades lucrativas, como en la Ley de Mecenazgo de 2002, que aunque amplía la escapada tributaria a las fundaciones y la institución eclesial en general, tiene un rango inferior a la legislación comunitaria que prevalece sobre la legislación interna de cada país. Y la normativa europea es muy clara, establece que el uso lucrativo que genere beneficio está sometido a libre competencia y obliga a cobrar el IBI. Si no, serían ayudas ilegales a actividades en las que la Iglesia, como son hospitales, educación y otras, compite con la empresa privada. Estableciendo una cuestión prejudicial se volverá a Luxemburgo.
Capítulo aparte merece la memoria anual que sobre sus cuentas entrega cada año la Conferencia Episcopal  y que ofrece poca información.  El Tribunal de Cuentas iba a fiscalizar por primera vez las cuentas de  la Iglesia Católica en el año 2018. Así lo acordó el propio organismo en diciembre de 2017. La memoria del 2017 llegó en septiembre del 2019 y desde entonces no se ha hecho nada. Parece que el Tribunal de Cuentas se resiste a auditar las cuentas de la Iglesia y  no  hay voluntad política para obligarle. La interesada desidia se alza de nuevo  para ayudar a los intereses eclesiásticos a mantener su acostumbrada opacidad. Pero estamos hablando de dinero público y es obligación del Estado su control.
La Conferencia Episcopal asegura que la competencia del Tribunal de Cuentas es “fiscalizar a la Administración General del Estado y a los partidos políticos”, pero no a la Iglesia. Ellos tan sólo tienen que presentar una memoria y ya se hace, pero a su manera. No hay nada que justificar. Veinte siglos de oscurantismo y sigilo, junto con un poco bastante de cara dura hacia el país en el que viven, dan para mucho. Por poner un ejemplo, ¿quien habla de la Obra Pía de los Santos Lugares de Jerusalén?, que aunque a cargo del Ministerio de Asuntos Exteriores, -que incluso destina personal propio a trabajar en ésta institución-  es en realidad un organismo eclesiástico, propietario de la Basílica de San Francisco el Grande de Madrid, e inmuebles en Jerusalén, Siria, Turquía y Marruecos. Eso sin olvidar una importante pinacoteca con obras de Zurbarán, Rubalta y Goya. Por supuesto, con los beneficios fiscales acostumbrados.
Asimismo existe una “Obra Pía” en Italia, dependiente también del Ministerio de Asuntos Exteriores, que se encarga de gestionar un patrimonio de casi 200 pisos y 80 locales comerciales en el centro de Roma. El importe de estos alquileres, que alcanzó la cifra de seis millones  de euros en el año 2008 –no hay más datos posteriores-, termina siempre  en manos de la Iglesia Católica, en forma de generosos donativos. Como de costumbre libres de impuestos.
Las cuentas están ahí: 284 millones en dinero público; 7.000 millones en ingresos varios y 2.000  que tendrían que pagar en impuestos y que también es dinero público. Mira que Jesús dijo “Al César lo que es del César”. Pero éstos no lo han entendido así y piensan que todo es poco para ellos. ¿Cómo sino iban a poder seguir viviendo como príncipes de la Iglesia?


Eduardo Lizarraga
WWW.AQUIMICASA.NET
67 IBI., LA IGLESIA AHORA PAGARÁ COMO CUALQUIER HIJO DE VECINO, SEA POBRE SEA RICO!!!
Los Opacos Dineros Del Reino De Los Cielos
Han pasado ya más de veinte siglos desde que Jesús, el galileo, predicara a los judíos sus doctrinas. Por lo poco que nos ha llegado, no eran difíciles de entender ni de cumplir, pero a pesar de ello, si Jesús volviera entre nosotros, no iba a reconocer nada de lo que dijo en la Iglesia que se edificó sobre sus palabras, y además le condenarían por comunista. “Mi Reino no es de éste mundo”, aseguró,  y poco debieron entender los que continuaron su trabajo, porque tras el edicto de Milán, de Constantino y, sobre todo, del edicto de Tesalónica, del hispano Teodosio el Grande (por el regalazo que le hizo al cristianismo), la Iglesia se erigió como un Estado, cuyo poder temporal fue superior al de muchos reyes.
Y como un estado más, sus representantes en la tierra, los sucesores de Pedro el pescador, los Papas, declararon guerras, se apoderaron de territorios, cometieron crímenes de estado, pagaron ejércitos, masacraron pueblos y hasta intentaron pasar el cargo a sus herederos de sangre. De esta manera tan poco celestial, se hicieron con un reino en la tierra que dura hasta nuestros días. El de hoy ya no es un reino con poderes feudales, sustentado por Dios y la espada, ha pasado a ser una multinacional del sector de la salvación. Eso sí, la más antigua y exenta de impuestos
Los estados europeos católicos, en una carrera muy lenta comenzada tras la revolución francesa, que expropió todas las propiedades eclesiásticas en Francia, fueron eliminando sus señoríos, derechos y prebendas. La reunificación de Italia supuso el fin de los Estados Pontificios, quedando el poder terrenal de la Iglesia en el mundo, limitado al Estado del Vaticano. A comienzos de esta década el Gobierno italiano, presidido por el tecnócrata Mario Monti, dio el hachazo final a las prerrogativas de la Iglesia Italiana, al exigirle el pago del impuesto de bienes inmuebles (IBI).
Y en España, la impunidad de la Iglesia ante Hacienda podría estar tocando a su fin. Lo anunció Carmen Calvo, vicepresidenta primera del Gobierno -otra comunista-, asegurando que el Gobierno obligará a la Iglesia a pagar el IBI en los espacios que no son de culto, igual que lo hace en Francia o Italia.  Y añadió Calvo, y esto ha causado indignación y movimiento de mitras, que la Iglesia tiene que rendir cuentas al Tribunal de Cuentas de cómo administra lo percibido en la declaración de hacienda de los españoles, “es para política social y no para otras cosas”.
La declaración de la vicepresidenta apunta directamente a los 284 millones, libres de impuestos y de los que, a pesar de que las ayudas públicas que percibe  no se pueden destinar a actividades que no sean estrictamente religiosas, más de 19 millones de esa recaudación fueron destinados al rescate de TreceTV, la televisión que crearon los obispos en 2010 y en la que ya se han gastado más de 82 millones de euros recaudados con la casilla de la renta. Para hacernos una idea, son unos 11 millones al año, casi el doble de lo que destinan a Cáritas, eso sí, sin tanta publicidad.
Con parecer mucho estos 284 millones, recibidos gracias a que el 32,5% de los declarantes marcó la casilla de la Iglesia en su declaración, la realidad es que tan sólo representan una cuarta parte de sus ingresos directos. Son algo más de 113 millones los que recaudan  haciendo taquilla con “su patrimonio cultural”. Por ejemplo de la mezquita de Córdoba, inmatriculada, es decir, expoliada por 30 euros,  percibe nada menos  que casi 16 millones por taquilla libre de impuestos. Lo gracioso de la situación es que los beneficios los recibe la Iglesia y el mantenimiento lo hacemos entre todos, es decir, con dinero público. Y siguiendo con las divinas cuentas, los obispos perciben hasta 329 millones por donativos y aportaciones de sus fieles, así como por todo el papeleo y certificados de bodas, bautizos y comuniones; también sin impuestos.
Sin embargo la parte del león, y principal razón por la que defienden a capa y espada la asignatura de religión, son los 6.000 millones de euros por año que reciben de la educación concertada. A lo que hay que sumar otros 100 millones, que paga el estado por la asignatura de Religión en los colegios públicos.  No olvidemos los 122 millones que obtiene de alquileres de pisos y locales; recordemos que la iglesia española es la mayor propietaria inmobiliaria del país,  un fondo buitre más y actuando como ellos, salvo que tampoco paga impuestos.
Las veleidades inmobiliarias de la Iglesia son conocidas desde siempre, pero parece que en los últimos tiempos les ha entrado una cierta pasión por la construcción y la especulación. Por desgracia también por los desahucios. De forma reciente ha comprado un solar en Valdebebas por 48 millones, con la intención de edificar bloques de oficinas; construcción en la que invertirá algo más de 62 millones de euros.  El valor final  que obtendrá de la operación girará en torno a los 170 millones.  Y para financiar esta actividad inmobiliaria han vendido, a través de la Fundación Fusara, 14 edificios de viviendas  por una cantidad de 74 millones de euros. Dejando eso sí, a 200 familias que vivían de alquiler, al albur de lo que decida el nuevo casero, que es un oscuro entramado de unas 15 empresas.
Fusara también ha vendido en enero la parroquia de San Jorge y la residencia de ancianos de la Fundación Santísima Virgen y San Celedonio, en la calle Padre Damián de Madrid. En este caso son unas 200 personas incluyendo ancianos y monjas, las que tendrán que buscarse otro acomodo en menos de año y medio. La operación, aparte del coste ético de los que se quedan sin techo, les ha supuesto 37 millones de euros. Seguimos haciendo caja. Como curiosidad, en  el patronato de la Fundación Fusara encontramos al Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, con  el alcalde de Madrid José Luis Martínez-Almeida en un sillón preferente.
Se estima que la Iglesia Católica tiene en España más de 100.000 propiedades inmobiliarias, de las que 5.000 son iglesias, siguen conventos, cementerios, ermitas, locales,  y un buen número de pisos alquilados a terceros.  Muchos de ellos se los han apropiado hace no mucho, inmatriculándolos a su nombre y quitándoselos al pueblo, con la ley que graciosamente, para garantizarse un puesto en en reino de los cielos, les hizo Aznar. Además, es de su propiedad más del 80% del patrimonio artístico, incluyendo 300 museos y 103 catedrales. De todo ello, y de los beneficios que esto le reporta, la Iglesia católica no paga ningún impuesto, ni el IBI, ni el de obras, ni el de sociedades, ni IVA ni venía…
Pero la situación, al menos en lo que se refiere al IBI, está cambiando. Fue el Ayuntamiento de Getafe el que abrió el melón para el cobro de poco más de 26.000 euros del Impuesto de Obras, Instalaciones y Construcciones (ICIO) a las Escuelas Pías. La cuestión llegó al Tribunal de Justicia de la Unión Europea que en el 2017 falló a favor del ayuntamiento asegurando que la Iglesia católica está obligada a pagar tributos en actividades que comporten rendimiento económico y su exención es considerada una ayuda de Estado expresamente prohibida por el Tratado de la UE.
Así las cosas, centenares de ayuntamientos de todo el estado quieren aprovechar el melón abierto, y ya se han puesto a calcular lo que la Iglesia les debe por el IBI de sus inmuebles. Muchos inmuebles son muchos millones. Lleida, Valencia, Oviedo, Zamora, Soria, Tarragona, Valladolid, Zamora, Soria, León, Ronda, Leganés, Badalona, Elda, Lugo, Alcalá de Henares, Fuenlabrada, , Córdoba, Alboraya, Móstoles, Rivas y muchos otros municipios tienen ya preparados los importes y las cartas. La Iglesia no se lo va a poner fácil y legiones de abogados poco celestes ya están preparándose.
Van a escudarse tanto en los Acuerdos con la Santa Sede de 1979, que no hablan para nada de exenciones en actividades lucrativas, como en la Ley de Mecenazgo de 2002, que aunque amplía la escapada tributaria a las fundaciones y la institución eclesial en general, tiene un rango inferior a la legislación comunitaria que prevalece sobre la legislación interna de cada país. Y la normativa europea es muy clara, establece que el uso lucrativo que genere beneficio está sometido a libre competencia y obliga a cobrar el IBI. Si no, serían ayudas ilegales a actividades en las que la Iglesia, como son hospitales, educación y otras, compite con la empresa privada. Estableciendo una cuestión prejudicial se volverá a Luxemburgo.
Capítulo aparte merece la memoria anual que sobre sus cuentas entrega cada año la Conferencia Episcopal  y que ofrece poca información.  El Tribunal de Cuentas iba a fiscalizar por primera vez las cuentas de  la Iglesia Católica en el año 2018. Así lo acordó el propio organismo en diciembre de 2017. La memoria del 2017 llegó en septiembre del 2019 y desde entonces no se ha hecho nada. Parece que el Tribunal de Cuentas se resiste a auditar las cuentas de la Iglesia y  no  hay voluntad política para obligarle. La interesada desidia se alza de nuevo  para ayudar a los intereses eclesiásticos a mantener su acostumbrada opacidad. Pero estamos hablando de dinero público y es obligación del Estado su control.
La Conferencia Episcopal asegura que la competencia del Tribunal de Cuentas es “fiscalizar a la Administración General del Estado y a los partidos políticos”, pero no a la Iglesia. Ellos tan sólo tienen que presentar una memoria y ya se hace, pero a su manera. No hay nada que justificar. Veinte siglos de oscurantismo y sigilo, junto con un poco bastante de cara dura hacia el país en el que viven, dan para mucho. Por poner un ejemplo, ¿quien habla de la Obra Pía de los Santos Lugares de Jerusalén?, que aunque a cargo del Ministerio de Asuntos Exteriores, -que incluso destina personal propio a trabajar en ésta institución-  es en realidad un organismo eclesiástico, propietario de la Basílica de San Francisco el Grande de Madrid, e inmuebles en Jerusalén, Siria, Turquía y Marruecos. Eso sin olvidar una importante pinacoteca con obras de Zurbarán, Rubalta y Goya. Por supuesto, con los beneficios fiscales acostumbrados.
Asimismo existe una “Obra Pía” en Italia, dependiente también del Ministerio de Asuntos Exteriores, que se encarga de gestionar un patrimonio de casi 200 pisos y 80 locales comerciales en el centro de Roma. El importe de estos alquileres, que alcanzó la cifra de seis millones  de euros en el año 2008 –no hay más datos posteriores-, termina siempre  en manos de la Iglesia Católica, en forma de generosos donativos. Como de costumbre libres de impuestos.
Las cuentas están ahí: 284 millones en dinero público; 7.000 millones en ingresos varios y 2.000  que tendrían que pagar en impuestos y que también es dinero público. Mira que Jesús dijo “Al César lo que es del César”. Pero éstos no lo han entendido así y piensan que todo es poco para ellos. ¿Cómo sino iban a poder seguir viviendo como príncipes de la Iglesia?


Eduardo Lizarraga
WWW.AQUIMICASA.NET
67 IBI., LA IGLESIA AHORA PAGARÁ COMO CUALQUIER HIJO DE VECINO, SEA POBRE SEA RICO!!!
Los Opacos Dineros Del Reino De Los Cielos
Han pasado ya más de veinte siglos desde que Jesús, el galileo, predicara a los judíos sus doctrinas. Por lo poco que nos ha llegado, no eran difíciles de entender ni de cumplir, pero a pesar de ello, si Jesús volviera entre nosotros, no iba a reconocer nada de lo que dijo en la Iglesia que se edificó sobre sus palabras, y además le condenarían por comunista. “Mi Reino no es de éste mundo”, aseguró,  y poco debieron entender los que continuaron su trabajo, porque tras el edicto de Milán, de Constantino y, sobre todo, del edicto de Tesalónica, del hispano Teodosio el Grande (por el regalazo que le hizo al cristianismo), la Iglesia se erigió como un Estado, cuyo poder temporal fue superior al de muchos reyes.
Y como un estado más, sus representantes en la tierra, los sucesores de Pedro el pescador, los Papas, declararon guerras, se apoderaron de territorios, cometieron crímenes de estado, pagaron ejércitos, masacraron pueblos y hasta intentaron pasar el cargo a sus herederos de sangre. De esta manera tan poco celestial, se hicieron con un reino en la tierra que dura hasta nuestros días. El de hoy ya no es un reino con poderes feudales, sustentado por Dios y la espada, ha pasado a ser una multinacional del sector de la salvación. Eso sí, la más antigua y exenta de impuestos
Los estados europeos católicos, en una carrera muy lenta comenzada tras la revolución francesa, que expropió todas las propiedades eclesiásticas en Francia, fueron eliminando sus señoríos, derechos y prebendas. La reunificación de Italia supuso el fin de los Estados Pontificios, quedando el poder terrenal de la Iglesia en el mundo, limitado al Estado del Vaticano. A comienzos de esta década el Gobierno italiano, presidido por el tecnócrata Mario Monti, dio el hachazo final a las prerrogativas de la Iglesia Italiana, al exigirle el pago del impuesto de bienes inmuebles (IBI).
Y en España, la impunidad de la Iglesia ante Hacienda podría estar tocando a su fin. Lo anunció Carmen Calvo, vicepresidenta primera del Gobierno -otra comunista-, asegurando que el Gobierno obligará a la Iglesia a pagar el IBI en los espacios que no son de culto, igual que lo hace en Francia o Italia.  Y añadió Calvo, y esto ha causado indignación y movimiento de mitras, que la Iglesia tiene que rendir cuentas al Tribunal de Cuentas de cómo administra lo percibido en la declaración de hacienda de los españoles, “es para política social y no para otras cosas”.
La declaración de la vicepresidenta apunta directamente a los 284 millones, libres de impuestos y de los que, a pesar de que las ayudas públicas que percibe  no se pueden destinar a actividades que no sean estrictamente religiosas, más de 19 millones de esa recaudación fueron destinados al rescate de TreceTV, la televisión que crearon los obispos en 2010 y en la que ya se han gastado más de 82 millones de euros recaudados con la casilla de la renta. Para hacernos una idea, son unos 11 millones al año, casi el doble de lo que destinan a Cáritas, eso sí, sin tanta publicidad.
Con parecer mucho estos 284 millones, recibidos gracias a que el 32,5% de los declarantes marcó la casilla de la Iglesia en su declaración, la realidad es que tan sólo representan una cuarta parte de sus ingresos directos. Son algo más de 113 millones los que recaudan  haciendo taquilla con “su patrimonio cultural”. Por ejemplo de la mezquita de Córdoba, inmatriculada, es decir, expoliada por 30 euros,  percibe nada menos  que casi 16 millones por taquilla libre de impuestos. Lo gracioso de la situación es que los beneficios los recibe la Iglesia y el mantenimiento lo hacemos entre todos, es decir, con dinero público. Y siguiendo con las divinas cuentas, los obispos perciben hasta 329 millones por donativos y aportaciones de sus fieles, así como por todo el papeleo y certificados de bodas, bautizos y comuniones; también sin impuestos.
Sin embargo la parte del león, y principal razón por la que defienden a capa y espada la asignatura de religión, son los 6.000 millones de euros por año que reciben de la educación concertada. A lo que hay que sumar otros 100 millones, que paga el estado por la asignatura de Religión en los colegios públicos.  No olvidemos los 122 millones que obtiene de alquileres de pisos y locales; recordemos que la iglesia española es la mayor propietaria inmobiliaria del país,  un fondo buitre más y actuando como ellos, salvo que tampoco paga impuestos.
Las veleidades inmobiliarias de la Iglesia son conocidas desde siempre, pero parece que en los últimos tiempos les ha entrado una cierta pasión por la construcción y la especulación. Por desgracia también por los desahucios. De forma reciente ha comprado un solar en Valdebebas por 48 millones, con la intención de edificar bloques de oficinas; construcción en la que invertirá algo más de 62 millones de euros.  El valor final  que obtendrá de la operación girará en torno a los 170 millones.  Y para financiar esta actividad inmobiliaria han vendido, a través de la Fundación Fusara, 14 edificios de viviendas  por una cantidad de 74 millones de euros. Dejando eso sí, a 200 familias que vivían de alquiler, al albur de lo que decida el nuevo casero, que es un oscuro entramado de unas 15 empresas.
Fusara también ha vendido en enero la parroquia de San Jorge y la residencia de ancianos de la Fundación Santísima Virgen y San Celedonio, en la calle Padre Damián de Madrid. En este caso son unas 200 personas incluyendo ancianos y monjas, las que tendrán que buscarse otro acomodo en menos de año y medio. La operación, aparte del coste ético de los que se quedan sin techo, les ha supuesto 37 millones de euros. Seguimos haciendo caja. Como curiosidad, en  el patronato de la Fundación Fusara encontramos al Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, con  el alcalde de Madrid José Luis Martínez-Almeida en un sillón preferente.
Se estima que la Iglesia Católica tiene en España más de 100.000 propiedades inmobiliarias, de las que 5.000 son iglesias, siguen conventos, cementerios, ermitas, locales,  y un buen número de pisos alquilados a terceros.  Muchos de ellos se los han apropiado hace no mucho, inmatriculándolos a su nombre y quitándoselos al pueblo, con la ley que graciosamente, para garantizarse un puesto en en reino de los cielos, les hizo Aznar. Además, es de su propiedad más del 80% del patrimonio artístico, incluyendo 300 museos y 103 catedrales. De todo ello, y de los beneficios que esto le reporta, la Iglesia católica no paga ningún impuesto, ni el IBI, ni el de obras, ni el de sociedades, ni IVA ni venía…
Pero la situación, al menos en lo que se refiere al IBI, está cambiando. Fue el Ayuntamiento de Getafe el que abrió el melón para el cobro de poco más de 26.000 euros del Impuesto de Obras, Instalaciones y Construcciones (ICIO) a las Escuelas Pías. La cuestión llegó al Tribunal de Justicia de la Unión Europea que en el 2017 falló a favor del ayuntamiento asegurando que la Iglesia católica está obligada a pagar tributos en actividades que comporten rendimiento económico y su exención es considerada una ayuda de Estado expresamente prohibida por el Tratado de la UE.
Así las cosas, centenares de ayuntamientos de todo el estado quieren aprovechar el melón abierto, y ya se han puesto a calcular lo que la Iglesia les debe por el IBI de sus inmuebles. Muchos inmuebles son muchos millones. Lleida, Valencia, Oviedo, Zamora, Soria, Tarragona, Valladolid, Zamora, Soria, León, Ronda, Leganés, Badalona, Elda, Lugo, Alcalá de Henares, Fuenlabrada, , Córdoba, Alboraya, Móstoles, Rivas y muchos otros municipios tienen ya preparados los importes y las cartas. La Iglesia no se lo va a poner fácil y legiones de abogados poco celestes ya están preparándose.
Van a escudarse tanto en los Acuerdos con la Santa Sede de 1979, que no hablan para nada de exenciones en actividades lucrativas, como en la Ley de Mecenazgo de 2002, que aunque amplía la escapada tributaria a las fundaciones y la institución eclesial en general, tiene un rango inferior a la legislación comunitaria que prevalece sobre la legislación interna de cada país. Y la normativa europea es muy clara, establece que el uso lucrativo que genere beneficio está sometido a libre competencia y obliga a cobrar el IBI. Si no, serían ayudas ilegales a actividades en las que la Iglesia, como son hospitales, educación y otras, compite con la empresa privada. Estableciendo una cuestión prejudicial se volverá a Luxemburgo.
Capítulo aparte merece la memoria anual que sobre sus cuentas entrega cada año la Conferencia Episcopal  y que ofrece poca información.  El Tribunal de Cuentas iba a fiscalizar por primera vez las cuentas de  la Iglesia Católica en el año 2018. Así lo acordó el propio organismo en diciembre de 2017. La memoria del 2017 llegó en septiembre del 2019 y desde entonces no se ha hecho nada. Parece que el Tribunal de Cuentas se resiste a auditar las cuentas de la Iglesia y  no  hay voluntad política para obligarle. La interesada desidia se alza de nuevo  para ayudar a los intereses eclesiásticos a mantener su acostumbrada opacidad. Pero estamos hablando de dinero público y es obligación del Estado su control.
La Conferencia Episcopal asegura que la competencia del Tribunal de Cuentas es “fiscalizar a la Administración General del Estado y a los partidos políticos”, pero no a la Iglesia. Ellos tan sólo tienen que presentar una memoria y ya se hace, pero a su manera. No hay nada que justificar. Veinte siglos de oscurantismo y sigilo, junto con un poco bastante de cara dura hacia el país en el que viven, dan para mucho. Por poner un ejemplo, ¿quien habla de la Obra Pía de los Santos Lugares de Jerusalén?, que aunque a cargo del Ministerio de Asuntos Exteriores, -que incluso destina personal propio a trabajar en ésta institución-  es en realidad un organismo eclesiástico, propietario de la Basílica de San Francisco el Grande de Madrid, e inmuebles en Jerusalén, Siria, Turquía y Marruecos. Eso sin olvidar una importante pinacoteca con obras de Zurbarán, Rubalta y Goya. Por supuesto, con los beneficios fiscales acostumbrados.
Asimismo existe una “Obra Pía” en Italia, dependiente también del Ministerio de Asuntos Exteriores, que se encarga de gestionar un patrimonio de casi 200 pisos y 80 locales comerciales en el centro de Roma. El importe de estos alquileres, que alcanzó la cifra de seis millones  de euros en el año 2008 –no hay más datos posteriores-, termina siempre  en manos de la Iglesia Católica, en forma de generosos donativos. Como de costumbre libres de impuestos.
Las cuentas están ahí: 284 millones en dinero público; 7.000 millones en ingresos varios y 2.000  que tendrían que pagar en impuestos y que también es dinero público. Mira que Jesús dijo “Al César lo que es del César”. Pero éstos no lo han entendido así y piensan que todo es poco para ellos. ¿Cómo sino iban a poder seguir viviendo como príncipes de la Iglesia?

Eduardo Lizarraga
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