42 DONDE ESTÁ LA DEMOCRACIA?.
No era necesario tratar de impedir por
todos los medios una consulta en Cataluña sobre la opinión pública al respecto
de la independencia. Nada mejor para conocer qué piensa la población sobre un
asunto histórico y que ha sido para muchas personas una razón de lucha
incansable. Bien podría el Gobierno de España haber establecido los
parámetros para garantizar que todos tuvieran voz, que se hiciera una consulta
con todas las garantías, acordando incluso que no fuera vinculante, pero sí
una herramienta de conocimiento de una realidad social; podrían haber hablado
de tantas cuestiones importantes…. Y como quiera que el Partido Popular está
preocupado en envolverse (y envolverlo todo, dicho sea de paso) con la bandera
de España, el PSOE bien podría haberle echado el freno a esta situación
tan lamentable.
Podría el PSOE haber puesto pie en
pared, hacer de oposición, y de paso, de partido de Izquierdas (porque lo dice
continuamente, vaya). Y así, plantearle al Gobierno de España que, o
garantizaba una consulta pacífica, con todas las garantías, para poder escuchar
a una sociedad catalana desatendida en muchas cuestiones durante los últimos
años, o se plantearía una moción de censura. No era descabellado ya a mediados
de septiembre el hecho de pensar que el Partido Popular arrasaría con
todo lo que pudiera, con todo lo que sonase a rumba catalana. Ya
entonces Pedro Sánchez recibió mensajes explícitos avisándole de lo que
sucedería si no se apartaba de los Populares. Se lo dijeron muchas voces.
Prefirió callarse, quedarse a un lado, mientras en las reuniones que mantenía
su partido con miembros del Gobierno les convencían de que nada pasaría el 1 de
octubre en Barcelona. Aclaro: cuando le decían a los socialistas que
“nada ocurriría” se referían a que no habría urnas, ni votos ni nada de nada. Sin
embargo hubo. Hubo mucho. Muchos palos, mucha violencia, mucho dolor. Y mucha
dignidad, mucho valor, y mucha cultura democrática por parte del pueblo que
quiso expresarse. Porque recuerdo que, a pesar de no haber garantías para poder
considerar esa votación como fotografía de una opinión masiva, hubo votos (los
menos) que dijeron que NO. Y a esa gente también le
partieron la cara. Los palos fueron contra quienes simplemente querían
decir lo que pensaban. Y eso es un motivo suficiente para plantearle al
Gobierno de Rajoy una moción de censura en toda regla.
Por si fuera poco, la agresividad
verbal, informativa, y por cualquier medio posible del Gobierno de España ha
ido en aumento. Se ha mentido, difamado, humillado a muchísima gente. No
solamente a la población catalana, sino también a quienes leemos los periódicos
españoles, consumimos televisión y radio. Hemos visto la cantidad de
mentiras que se han publicado y ante las que la gran mayoría no ha
podido reaccionar, pues muchos ni siquiera saben por estas tierras que, por
ejemplo, “los Jordis” subieron a aquél coche de la Guardia
Civil habiendo pedido permiso previamente a los agentes. Aquí muy pocos saben
que, subidos a ese coche, megáfono en mano, pidieron a todo el mundo que se
comportase con calma, de manera pacífica, que dejasen trabajar a la justicia en
sus investigaciones, a los policías, y que se marchasen a casa sin organizar
ningún tipo de altercado. Sí, esos a los que aquí se vio subidos a un coche
lleno de pegatinas, cuando nos querían dar a entender que eran unos violentos
que estaban en realidad jaleando a las masas para que robasen armas del
vehículo y demás barbaridades, estaban haciendo todo lo contrario.
Dicho sea de paso, se supone que
estuvieron movilizando a las masas para organizar concentraciones tumultuarias,
donde entre otras cosas, se robaron armas de un coche de policía. Eso se ha
estado diciendo por aquí hasta la saciedad. Y no ha habido una sola
prueba de tales afirmaciones. De hecho, a ningún policía le faltó ningún
arma al final del día. Ni un sólo atestado policial se redactó en aquélla
manifestación. Nada. Tuvo que pedirle el Fiscal General, que a su vez la juez
Lamela ordenase redactar atestados para poderlos incorporar en la querella
contra los Jordis. ¿Usted sabía esto?. Pues empiece a dudar de muchas de las
cosas que nos están contando.
No era necesario encarcelar a “los
Jordis“.
No era necesario encarcelar a ningún
político. Ni esposarle al detenerle. Ni humillar a nadie. Ni insultar a ninguna
persona. No era necesario pero aquí mucha gente, muchos políticos, muchos
periodistas, lo están haciendo de manera frecuente. Como justifican cualquier
cuestión sin valorar las voces más sabias sobre estos asuntos. No es necesario
generar más confusión ni ruido. ¿O sí lo es?
Si España quiere presumir de democracia
debería, lo primero, plantear qué imagen da. Cómo se comportan sus principales
dirigentes políticos. Plantearse que las faltas de respeto, las agresiones
verbales contra quienes piensan diferente a ellos, suponen una merma
democrática importante. La población, quizás podría plantearse lo que significa
andar colgando banderas de los balcones porque así lo está pidiendo un Gobierno
(a través de sus voceros) señalado por corrupción, donde al frente se
sitúa el partido más corrupto de toda Europa.
Ya llegan voces “externas” que no tienen
cortapisas en decirle a Rajoy que su comportamiento es
“como el de un franquista autoritario” (ex primer ministro Belga); o
que está yendo demasiado lejos (Viceprimer ministro Belga y
Ministro de Interior); o que se están violando los Derechos
Fundamentales consagrados en la Carta Europea (Varoufakis junto a cien
firmas de reconocido prestigio internacional). Son ya muchas las voces que le
piden a la Unión Europea que intervenga. Que tome cartas en el
asunto. Y lo dicen desde la perspectiva de considerar que Rajoy y
los suyos están pisoteando la Democracia y los Derechos Humanos. Ni
siquiera porque se planteen defender una posición independentista; no. Se
habla de democracia. Sin más.
Y de eso hablamos muchos. Que no
somos independentistas pero que entendemos que defender el
independentismo o cualquier otra cuestión que interese a la población
(comprensible cuando tenemos un sistema territorial que puede dar lugar a
plantearlo), de manera pacífica y constructiva, debe tener respeto y
garantías de ser planteado en un marco y contexto donde nadie pueda temer por
plantear sus ideas. Y eso debe estar garantizado por el
Estado.
Dejemos de hablar de
“constitucionalistas” para hablar de “Demócratas”. Es momento de quitar las
caretas.
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