dimecres, 8 de març del 2023

REVISTA MENSUAL SKORPIO Nº 102 FEBRER 2023 PÀG. 8 " ECONOMIA, L'ESCASA OFERTA MANTÉ PREUS DE L'INMOBILIARI " LIZZARRAGA

Atenció!!!

La escasa oferta mantiene los precios del inmobiliario

 

De susto en susto a lo largo de todo el mes y con la clara certeza de que la acción del BCE subiendo sus tipos de interés oficial en 50 puntos básicos ha sido la causante, febrero ha terminado con un euríbor en 3,534% de media. Es decir, con la cifra más alta desde el 2008.

Pero esto no se queda aquí, ni muchísimo menos, la presidenta del emisor, Christine Lagarde, aseguró en la última reunión del pasado 2 de febrero que subirá los tipos en 50 puntos básicos el próximo 16 de marzo, hasta el 3,5%, dejando la puerta abierta a otra posible alza en mayo. De esta forma, los intereses hipotecarios vivirán los próximos meses situaciones muy similares a este febrero, con las palabras de la presidenta del BCE presionándolos al alza.   La carrera hacia el 4% está servida y subiendo una décima mensual se llegará antes de junio.

En estos momentos, a quien le toque revisar una hipoteca de 180.000 euros a 25 años, con un diferencial del 1%, que vaya preparando la cartera, porque va a pasar de pagar unos 650 euros a tener que desembolsar mensualmente algo más de 1000; es decir, una subida de 350 euros.

La carrera comenzó el 2 de febrero del pasado año, cuando el BCE confirmó su intención de subir los tipos oficiales para contener la inflación. Y lo hizo en septiembre, octubre, diciembre y el pasado 2 de febrero. A cada anuncio nuevo tirón del euríbor y con el de este próximo 16 de marzo nos iremos aproximando al 4%, sin contar con lo que suceda en mayo. Nada va a librar, a todos los que tengan que revisar este año, a subidas de cuota hipotecaria cercanas al 50%.

Con la particularidad de que cuanto mayor sea la hipoteca, mayor será el porcentaje de subida que experimentará. Por ejemplo, en un préstamo de 300.000 euros con las mismas condiciones mencionadas en el caso anterior vemos que el encarecimiento asciende hasta los 580 euros cada mes al pasar de una cuota de 918 euros a una de casi 1.500 euros. Esto supone un encarecimiento anual de casi 7.000 euros en el préstamo.

A pesar de que muchos de los compradores que han adquirido vivienda estos dos últimos años lo han hecho contratando una hipoteca fija, más del 70% de las hipotecas que existen en nuestro país son con tipo variable; para todos estos afectados la subida tiene tintes de drama, y más aún si la combinamos con la alta inflación existente. El consumo y el ocio se perfilan como los principales damnificados.

Por esta razón el Gobierno, que contempla con creciente preocupación la situación, anunció a finales del pasado año que durante todo este año 2023 los bancos no podrían cobrar comisiones a aquellos clientes que quisieran amortizar totalmente la hipoteca o subrogarla. Por tanto ahora, las subrogaciones y las cancelaciones de hipoteca son casi gratuitas, ya que los usuarios solamente tendrán que pagar los trámites asociados a la operación como puede ser la tasación de la vivienda. Con la situación empeorando y sin poder vislumbrar el final, ya se está hablando de poner un tope a las subidas que pueden realizarse a las hipotecas, aunque es una medida de difícil aplicación y que contará con la oposición frontal de la banca.

Si difícil es la situación de los que ya cuentan con vivienda e hipoteca, también es complicada la decisión de los que pensaban comprar vivienda y por ende del mercado inmobiliario. En el caso de las nuevas hipotecas las familias ya tienen que destinar una parte considerable de sus ingresos al pago de la hipoteca y creciendo; se estima que ya se acerca de media al 40% y esto puede suponer que, con las medidas de endurecimiento hipotecario para evitar sobreendeudamientos, la concesión de hipotecas se dificulta. El hipotético comprador deberá buscar una vivienda más barata, negociar con el vendedor a la baja o esperar a que los intereses desciendan, lo que no será este año, ni tampoco el siguiente.

Las operaciones de compraventa llevan descendiendo desde el pasado mes de octubre, cuando los registros notariales certificaron una caída de un 4,9%, achacable sin duda al incremento de los tipos de interés, que está sacando posibles compradores del mercado y por otro a la generalizada negativa de los propietarios a rebajar sus expectativas.

Ante una demanda a la baja debería estarse produciendo ya un reajuste de precios, pero no está siendo así, al menos de forma contundente, avanzando hacia una cierta estabilización sin caídas bruscas.

Y es que en el complejo tablero del sector inmobiliario hay fuerzas que están actuando en sentidos opuestos. Por un lado, la escasa oferta de obra nueva, que se va a prolongar al menos dos años, está canalizado compradores de este sector hacia la segunda mano, lo que causa que la demanda descienda lentamente. Pero además continúa la afluencia de compradores extranjeros, para los que el precio de la vivienda en España es muy favorable y cuya capacidad de compra distorsiona una posible caída del precio.

Frente a mercados europeos en los que el precio de la vivienda crece a dos dígitos y con cifras superiores a la inflación, en España el precio de la vivienda se incrementó de media un 1,32% el segundo semestre del 22, por lo que en euros constantes, descontando el efecto de la inflación, el precio de los inmuebles sufrió un ajuste del 7%, pudiendo prolongarse este ajuste en 2023 en tanto el BCE continúe subiendo los tipos. En este sentido merece la pena destacar que el BCE publicó en su boletín económico un estudio asegurando que un aumento de un punto porcentual de los tipos hipotecarios provoca un descenso de alrededor del 5% en los precios de la vivienda (al cabo de dos años) y una caída de la inversión en inmuebles del 8%.

En todo caso a la política restrictiva del BCE le están saliendo muchas críticas, la última del FMI que está cuestionando la agresividad de las subidas de tipos de interés aplicada por los bancos centrales en su lucha contra la inflación y que está ahogando a familias y empresas, comenzando a hundir el consumo y llegando ya a alterar el mercado laboral. La recesión económica para controlar los precios se ha convertido en el objetivo de Lagarde, agarrada al mantra de su mandato de bajar la inflación al 2% cueste lo que cueste.

Tal vez no sea la mejor manera, sobre todo teniendo en cuenta que en el origen de esta inflación están los precios internacionales de la energía, los efectos de salida de la pandemia y la invasión rusa de Ucrania, que se están dejando de lado. Meter a Europa en recesión para luego tener que ayudar para salir de ella, puede no ser una medida muy inteligente.

Otro problema a tener en cuenta y que debe atormentar el día a día del BCE, es que si no consiguen bajar la inflación en un periodo corto de tiempo, junto con el mantenimiento de unos precios altos, se va a producir un lógico efecto de subidas de salarios y conflictos sociales. Y no parece que la subida enloquecida de los tipos de interés oficiales esté causando el efecto deseado, lo que puede estar indicando que la ortodoxia oficial sea errónea y haya que buscar otras vías, so pena de dejar a los más desfavorecidos por el camino. Cambiar el objetivo de inflación e incidir en las otras posibles variables parece obligado.

Y en cuanto a las consecuencias en el inmobiliario para este año y el próximo, la escasa oferta mantiene los precios del inmobiliario. La demanda se va a mantener a pesar de los costes hipotecarios, por ausencia de obra nueva, flujo constante de compradores extranjeros y el problema añadido, específico de la banca española, de escasa retribución de los depósitos que no anima precisamente a vender una propiedad para perder dinero en el banco por la elevada inflación.

La inversión en el inmobiliario va a seguir manteniéndose, sobre todo para los que puedan no depender de las hipotecas. De momento hay un cierto equilibrio que puede terminar por saltar si Lagarde continúa con su idea fija del 2% de inflación y subidas del precio del dinero hasta conseguirla.

 

Eduardo Lizarraga

  

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