91 Los carros de Putin y la inflación atacan Europa
La invasión de
Ucrania por parte del ejército de Putin se ha convertido en una guerra
de desgaste en el corazón de Europa, con consecuencias terribles para millones
de personas. La tranquila vida del continente europeo, que preveía una recuperación
post pandemia con ciertas tiranteces económicas, pero nada más, ha
saltado por los aires con los cohetes rusos, como los edificios y la vida de
los ucranianos. Nada va a volver a ser igual y las previsiones irán cambiado de
día en día, como los acontecimientos.
Dicen las agencias
internacionales que las conversaciones van por buen camino, pero como esto es
opinión y deseando equivocarme, no creo que esté en el ánimo de Putin llegar a
ningún arreglo en posición de desventaja. A estas alturas ya sólo se puede
permitir una victoria casi total, le va la cabeza en ello. Putin va a
hacer perder el tiempo con negociaciones esperanzadoras y mientras se
desarrollan, sus carros de combate seguirán avanzando y sus misiles cayendo. Si
sucediera lo contrario es que la guerra le está marchando muy mal, peor de lo
que imaginamos y se lo llevará por delante.
Pudiera ser que las
sanciones económicas, o la situación de oposición interior o la resistencia
inesperada de los ucranianos o todo en su conjunto, le estén haciendo más daño
del que pensamos; el caso es que tiene la situación muy difícil. Si
en sus planes estaba apoderarse, en una especie de blitz krieg, de la zona
ucraniana hasta el Dniépper y toda la costa del Mar Negro hasta Odessa, está
muy lejos de haberlo logrado todavía o de tener expectativas de conseguirlo.
Por desgracia sí que
ha conseguido otras cosas, algunas a la vista como los millones de refugiados que
huyen de la guerra y de un país destrozado y otras menos perceptibles aún, como
haber vuelto a traer los jinetes del apocalipsis a Europa, aplastando nuestro
estado del bienestar y obligando a todas las naciones a rearmarse de
nuevo, como en el periodo de entreguerras. Y eso suele traer malas
consecuencias ya que las armas tienen tendencia a utilizarse.
De momento en España,
a pesar de estar a más de 3000 kms de Kiev, ya estamos experimentando las
primeras consecuencias del conflicto, incremento mayor de los precios de las
energías, inflación, especulación, acaparamiento y sobre todo incertidumbre.
Impulsada por los
precios energéticos, con la electricidad en cabeza, el bajo precio del dinero y
las altas tasas de ahorro producidas durante lo más duro de la pandemia y los
confinamientos, la inflación se disparó en el 2021, cerrando en el
6,5% según el INE. Fue el nivel más alto de los últimos 29 años, concretamente
desde mayo de 199, tras una escalada de diez meses consecutivos. Teníamos ganas
de salir y de gastar y lo demostramos desbocando la inflación. Pero, como nos
sucedió en marzo del 2020, lo peor estaba por llegar.
Después de un mes de
enero en el que parecía que las previsiones de ir reduciendo la inflación
conforme entrara el año podrían cumplirse, el IPC de febrero cerró en España
con el 7,6%. Y es que el “efecto Putin” ya está afectando a los precios de la
energía, de los carburantes e incluso de los alimentos. Los precios ya estaban
altos, pero en estos 22 días de guerra se han disparado y ya nadie se atreve a
predecir su evolución a lo largo del año ni en cómo cerraremos marzo.
Los altos
costes energéticos están teniendo una repercusión importante en el
sector de la alimentación, que ha subido un 0,8% en febrero, con un 5,6%
interanual según productos y que fácilmente podría superar esta cifra al
terminar el año. Y en algún caso, como sucedió en la pandemia con el
papel higiénico, se ha disparado la alarma y la necesidad de sentirse
seguros acaparando aceite de girasol, del que no lo olvidemos Ucrania
es nuestro principal suministrador.
Y tanto es así que no
menos de diez cadenas comerciales se han lanzado a racionarlo, siendo
denunciados por Facua-Consumidores en Acción. Son DIA, Mercadona, MAS, El Jamón
e Hiperdino en una primera tanda de denuncias y Lidl, Carrefour, El Corte
Inglés, Hipercor y Gadis en la segunda. Y la asociación de consumidores lo ha
hecho porque se han tomado atribuciones que no les corresponden, contribuyendo,
sin duda, a la creación de una cierta locura colectiva.
Dice el artículo 9.2
de la Ley 7/1996, de 15 de enero, de Ordenación del Comercio Minorista, que
«los comerciantes no podrán limitar la cantidad de artículos que pueden ser
adquiridos por cada comprador ni establecer precios más elevados o suprimir
reducciones o incentivos para las compras que superen un determinado volumen.
En el caso de que, en un establecimiento abierto al público, no se dispusiera
de existencias suficientes para cubrir la demanda, se atenderá a la prioridad
temporal en la solicitud». Y la asociación ha pedido, por lo tanto, que actúen
las comunidades autónomas que son quienes tienen las competencias.
Es cierto que el trigo
y el girasol nos llegan mayoritariamente de Ucrania y Rusia, pero el
abastecimiento hasta la siguiente campaña está garantizado y se compró
a precios pre guerra; el acaparamiento hace el juego a los especuladores y
tan sólo contribuirá a incrementar los precios. Además, el aceite de girasol no
es como el de oliva y se estropea en menos de un año.
Pero la inflación y la
guerra también van a tener un importante efecto en el mercado inmobiliario.
Veníamos de un año en el que las altas tasas de ahorro, el bajo precio de las
hipotecas y la confianza en una recuperación que ya se tocaba, impulsaron las
operaciones de compraventa, las hipotecas, la construcción y también los
precios. Se esperaba un año de normalización, con el turismo llegando
de nuevo y los fondos europeos como plato principal de la
recuperación.
Pero todo ha
cambiado, el IPC se dispara, al igual que los costes de
construcción (un 12% en diciembre) y es previsible que el precio del dinero
comience a subir. Pero, por otro lado, ante la situación de incertidumbre y
alta inflación, el ladrillo se alza como uno de los valores seguros.
De momento todo va a
subir y ser propietario va a ser más costoso. Los materiales de construcción,
como el aluminio, seguirán encareciéndose, con particular incidencia en la obra
nueva, los precios de las reformas y sus plazos. La incertidumbre no solo se
traduce en la compra compulsiva de aceite de girasol, sino que bajará
de nuevo el consumo general y de ocio y se incrementará el ahorro, al
fin y al cabo, ya hemos aprendido a hacerlo. Pero tendrá una nefasta repercusión
en el mercado de trabajo que iba bien y ello tendrá consecuencias en
la capacidad adquisitiva.
Y los alquileres, que
estaban ya en la expectativa de subidas para mantener la rentabilidad del 6,5%,
podrían verse afectados por el incremento del IPC y no poder
aplicarlo en su totalidad a las rentas, so pena de perder el inquilino que
podría buscar arrendamientos más baratos.
Ya se está hablando de
que va a interesar poner de nuevo en explotación determinadas fincas agrícolas,
lo que incidirá en su precio y en su mayor demanda como inversión. Además,
el pequeño ahorrador, con un centenar de miles de euros en el
banco, no queriendo perder dinero por la inflación buscará ladrillo a su medida
y las plazas de garaje y los apartamentos baratos volverán a
ser una buena opción.
Peor cariz tiene una
subida de las hipotecas que retraerá la demanda y podría originar una caída de
precios por debajo de la inflación. En todo caso como no podemos saber la
evolución del conflicto y por lo tanto sus consecuencias en la economía, esta
situación podría estar lejos aún.
Veníamos de un año de
relanzamiento de la actividad económica con recuperación de la demanda y del
empleo, con expectativas de turismo y nos encontramos de bruces con una guerra
que nos va a afectar a todos. Y deberemos proteger en lo posible
nuestra situación económica, la general y la particular. La inflación ya no
se va a contener el segundo semestre ni aunque Sánchez o la Unión Europea hagan
piruetas con los precios energéticos, que ya van tarde. Tenemos que empezar
a hablar del 2023, capear el temporal como podamos y que no empeore,
que ya vamos con mar gruesa.
Eduardo Lizarraga
91 GUERRA A UCRAÏNA 8 DE MARÇ
2022
Rússia i Ucraïna només es posen d'acord en els
corredors humanitaris
La tercera trobada entre els dos països acaba amb una altra promesa russa
d'alto el foc per evacuar civils cap al mateix país
per Irene Montagut / Lluís
Girona, Barcelona, Catalunya | 7 de març de 2022 a les 19:22 |
Tercera trobada de la
taula de negociació entre Rússia i Ucraïna | Ministeri d'Exteriors de
Bielorússia
Rússia i Ucraïna no avancen el diàleg des de Bielorússia. Els
dos països han celebrat aquest dilluns la tercera trobada de la taula de
negociació en què només s'han fet "petits avenços positius" en
l'acord per crear els corredors humanitaris, que precisament
s'havien acusat mútuament de boicotejar. I és que precisament aquests canals
per evacuar civils també havien estat pactats en la segona reunió. A última
hora d'aquest dilluns, Rússia ha anunciat un alto el foc unilateral
a partir de dimarts a les vuit del matí per evacuar civils des de Kíiv i
altres ciutats ucraïneses cap a poblacions russes.
Putin ha acusat Ucraïna "d'obstruir" la sortida de civils. En una
conversa amb el president del Consell Europeu, Charles Michel, Putin ha demanat
al bloc comunitari "obligar" Kíiv a "respectar la llei
humanitària", segons ha informat el Kremlin. Així mateix, els
ministres d'Exteriors de Rússia i Ucraïna han acordat reunir-se aquesta setmana
a la ciutat turca d'Antalya; una trobada on també es preveu la
participació de Turquia i on s'espera que s'arribi a acords
per arribar a la pau i l'estabilitat.
Amb tot això, Rússia ha anunciat un nou intent d'alto el foc aquest matí
per permetre l'obertura d'aquests corredors per l'evacuació de civils a les
ciutats de Kíiv, Khàrkiv, Mariúpol i Sumi.
El govern de Putin ha proposat obrir sis corredors humanitaris des de Kíiv fins
a Bielorússia i més endavant cap a Rússia, des de Sumi i Khàrkiv per
ferrocarril o carretera fins a destinacions o estades temporals. Els corredors
també inclourien la ciutat de Mariúpol. Ciutats totes elles, fortament
afectades pels atacs russos.
La viceprimera ministra ucraïnesa, Iryna Vereshchuk, ha
denunciat, però, que els corredors humanitaris que Rússia ha proposat obrir per
evacuar civils davant nous atacs només conduirien a Rússia. En
declaracions recollides per l'agència Ukrinform, Vereshchuk ha considerat
aquesta maniobra "d'inacceptable", i al seu torn, el ministeri
d'exteriors ucraïnès ha parlat "d'evacuació
impossible". Vereshchuk ha informat que Ucraïna ha enviat el seu
punt de vista de com haurien de ser els corredors humanitaris que estaria
en disposició d'obrir a partir d'aquest dilluns.
L'alto el foc promogut pel govern de Putin és una "petició personal"
del president francès, Emmanuel Macron, després de la conversa que
van mantenir amb el rus Vladímir Putin diumenge, afegeixen les
mateixes informacions. L'aturada pretén, apunten, alleugerir la
"desastrosa situació humanitària" en aquestes zones. Fins
ara, els diversos intents d'alto el foc han fracassat.
Rússia manté les tres condicions per aturar la guerra
Rússia veu possibilitats de posar fi a la guerra si Ucraïna compleix
tres condicions que el Kremlin ja ha posat sobre la taula. Segons ha anunciat
el portaveu del Kremlin, Dimitry Peskov, Ucraïna s'ha
de comprometre a la neutralitat -no entrar a l'OTAN ni a la Unió
Europea-, ha de reconèixer la independència de les repúbliques de Donetsk i Lugansk i
ha de cedir Crimea a Rússia.
"Això és tot: si passa, l'ofensiva s'aturarà immediatament",
ha transmès el portaveu del govern rus en declaracions a l'Agència Reuters.
Peskov també ha incidit en què l'estatus de neutralitat que demana a Ucraïna
implicaria l'aprovació d'esmenes a la Constitució del
país que està sent envaït.
Irene Montagut/ Lluis Girona