ALCOR
De pequeño yo era monaguillo. Pero se tardaba demasiado en subir el escalafón y
lo dejé. Era la época en que los curas sabían latín. Hoy en día, aparte de algunos
cuantos, normalmente empleados del Vaticano, ya no saben latín. Y los chavales
como yo, entre liturgias y colegios (el latín era obligatorio), bastante aprendimos de
esa lengua, que era viva hasta que la echaron del culto católico.
Saber algo de latín me ha servido bastante para ir cursando Derecho.
Especialmente Derecho Romano. Es por ese motivo que, una frase, se me quedó
grabada. “Consensus facit nupcias”. “El consenso crea el matrimonio”. Así de fácil.
Nadie podía intervenir en el pacto matrimonial, porque lo consideraban un acto
personalísimo, en el que nadie tenía derecho a intervenir. Sea para aprobarlo o
reprobarlo.
La unión era libre, y la disolución también. Nadie podía casar ni descasar. Si
meditáis un momento, comprobaréis que, hace casi 25 siglos, existía mucha mayor
libertad personal, que hoy en día. La causa es que, en un momento dado,
religiones, y después los estados, han querido sancionar tanto el matrimonio como
los divorcios.
Sancionar matrimonios y divorcios, es toda una industria. Da trabajo a
funcionarios y a todo lo que cuelga de ello. La boda se convierte en un show alegre,
que cuesta mucho dinero. Y el divorcio, en una batalla que engorda abogados y
demás funcionarios públicos. En definitiva, hemos de pedir permiso, tanto para
casarnos como para descasarnos.
Y, la pregunta racional, es: ¿Quién es, alguien o algo, para darnos permiso para
ser felices amando y sintiéndonos amados? ¿Es que alguien es tan prepotente como
para creerse que tiene autoridad para darnos licencia de ir a la cama con quien
queramos? Y, posteriormente, al divorciarnos, para decir que ya no debemos ir a
esa cama.
¡Hasta qué punto te están manipulando! Fíjate en que toda tu vida está
teledirigida. Los demás, los que no son tú, te dicen lo que tienes y no tienes qué
hacer. Llegado ese punto, y principiando el siglo XXI, estarás de acuerdo conmigo
en que: “libera matrimonia esse antiquitas placuit”. Que lo podríamos traducir por:
“matrimonios libres, como querían en la antigüedad”.
No quiero cambiar tus convicciones, tan sólo hacerte reflexionar, para que no te
mueras tonto del todo. Y para que no te quedes tan preocupado, te recordaré aquel
axioma de Grouxo Marx: “el matrimonio es la primera causa de divorcios”. Lo
ves, como saber latín da para mucho…
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